Para los que no lo sepan, en el Perú existe la lucha libre profesional, muy al estilo del wrestling gringo o de lo que tus papás deben recordar como "cachascán". Una especie de teatro romano (así lo he leído tantas que me gusta repetirlo con gente no muy afanosa con el tema) que puede tener alguna pauta previa para desarrollar una buena historia, pero que involucra real riesgo y esfuerzo para los que participan de cada lucha, cada historia y cada momento de un evento.
El ecosistema "organizado" de la lucha libre profesional en el Perú se desarrolla a través de un círculo de gente bastante reducido pero muy activo. Una comunidad en la que se mezclan fanáticos de la lucha libre (tanto internacional como peruana), luchadores en actividad, luchadores inactivos pero que viven de sus recuerdos, líderes de comunidades (páginas y grupos que han sabido juntar a los fanáticos de la lucha) y "caudillos" que se alucinan que este mundo es su cuadrilátero y ellos son La Roca.
Yo pertenezco a una de estas comunidades de fanáticos, de hecho, la más grande grande y más organizada: PeruWrestling. Tenemos casi 8 años y hemos visto de todo, desde tener a 800 personas viendo una pantalla con un evento de la WWE emitido 24 horas antes, haber visto empresas formarse por iniciativa nuestra... y bueno, haber dirigido a una barra de fanáticos hasta el aeropuerto para ver llegar a los luchadores de la WWE. Nos ha pasado de todo.